Nada más
nacer, el niño tiende a plegarse sobre sí mismo: los puñitos cerrados, sus
brazos hacia el pecho, las piernas encogidas hacia la barriguita… Su sistema
nervioso central (cerebro y médula) está perfectamente formado desde la
gestación, pero las señales del cerebro aún no llegan con
precisión a las extremidades. El bebé no tiene control sobre ellas y enroscado se siente
más seguro.
Los
movimientos del bebé son involuntarios y el contacto con nuestra piel le ayudan
durante los primeros meses a crear dichas conexiones,
hasta tener cierto control sobre sus miembros. Se desenrosca, abre sus puñitos
y empieza a aventurarse a mover brazos y piernas: ahora le divierte, no se
siente tan inseguro. Estos movimientos fortalecen su abdomen, espalda y cuello.
A los tres meses más o menos ya podrá sostener el cuello sin ayuda de la mano
adulta.
La
fragilidad del recién nacido, arrugado, colorado, va dando paso a un bebé
robusto, mofletudo, despierto, que intenta imitar nuestros sonidos y mira
sus manos con asombro.
A
partir de los tres meses: las manos y los pies
El niño se hace cada vez más hábil en el movimiento de sus manos,
un movimiento que está directamente relacionado con el desarrollo de la
inteligencia. El papel de los sentidos es aún muy importante, aunque empieza a
prepararse con pasión para los próximos hitos psicomotrices: rodar sobre su
cuerpo, primero, y gatear después. ¿Cómo se prepara? Moviéndose todo lo que
puede, entrenando sin descanso. Hacia los cinco meses se cogerá los pies y las
rodillas cuando esté boca arriba y, en uno de
En
torno a los seis meses: se sienta solito
En el bebé se puede
apreciar otro cambio: la actividad es manifiesta, junto a su deseo de
comunicarse con nosotros. En los siguientes meses muchos bebés adquieren, casi
a la vez, dos habilidades motrices fundamentales: el gateo y la habilidad
de sentarse solos. Esto les da una autonomía increíble, que supondrá todo un
reto para nosotros hacia el final de su primer año. estos
experimentos, rodará hacia el lado. Será un gran descubrimiento.
Cuando comienza a desplazarse: el gateo
Debemos afianzar
la seguridad en el hogar sin coartar su libertad de movimiento. El gateo
no solo refuerza su estructura muscular y lo prepara para estar de pie, también
“cablea” la conexión entre los dos hemisferios cerebrales. Requiere el uso
coordinado de los dos lados del cuerpo, lo que implica establecer una continua
conexión entre ambos hemisferios.
El bebé no tiene control sobre su cuerpo y sus movimientos. Poco
a poco empieza a sostener la cabeza, luego a girar el cuello. Un poco más tarde
consigue controlar lo que hace con manos y brazos. Al final del primer año ya
empieza a gatear y a sostenerse sobre las piernas.
La mayoría de los bebés adquieren estas capacidades sin ayuda.
Recibir estímulos extra para el movimiento es un regalo, porque facilita la
maduración normal y además permite otros aprendizajes.
Hemos nacido para movernos y explorar nuestro mundo y esto es más
fácil si se desarrollan bien todos los sentidos. Cuantos más estímulos llegan
al cerebro, mejor se desarrollará la inteligencia.
Trabajo realizado por DAVID BOLAÑOS
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